La otra economía » 2012 » February

Notas archivadas en ''

Grecia sólo está comprando tiempo, en Russia Today

Esa es, básicamente, la conclusión de la entrevista que me hacían ayer en Russia Today y que tenéis aquí más abajo. Y es que tras aprobar el nuevo paquete de rescate de 130 mil millones de euros, que hasta la propia Canciller Merkel ha reconocido ante su Parlamento que es arriesgado y puede no tener éxito, lo único que se ha conseguido es que los bancos acreedores europeos sigan manteniendo vivos en sus carteras unos títulos griegos a los que las agencias de calificación ya les otorgan la categoría de “suspensión de pagos selectiva” a sólo dos escalones de la suspensión de pagos general.

De esta forma, mientras se aprueban planes de rescate cuyos verdaderos destinatarios son los bancos europeos y se fuerza al gobierno griego a que continúe con el recorte de derechos sociales y económicos de sus ciudadanos la rueda sigue girando a pesar de que todos son conscientes de que sólo se está comprando tiempo.

Y no es que lo diga yo, basta con leer las declaraciones del ministerio de Interior alemán, Hans-Peter Fiedrich, quien ya ha sugerido en una entrevista en Der Spiegel que Grecia debería abandonar la Eurozona. En concreto, sus palabras fueron: “Las oportunidades de Grecia de regenerarse y volver a ser competitiva son definitivamente mayores fuera que dentro de la Eurozona”. Y, no contento con esto y para terminar de arreglarlo, añadió: “No estoy hablando de expulsar a Grecia [de la Eurozona] sino de generar los incentivos para que a los griegos les resulte muy difícil evitar la salida”. ¿Y qué mejor incentivo que el progresivo empobrecimiento de la población hasta que ésta estalle y fuerce a su gobierno a salirse del euro? De esa forma siempre podrá acusarse a los ciudadanos, echados a las calles, de haber provocado la quiebra griega.

Hace meses que digo que los países periféricos no tienen futuro en esta Eurozona, nos guste o no nos guste, y hace meses que recriminan mi pesimismo con argumentos del tipo de que ese discurso no es movilizador (como si yo creyera que lo es) y que es mejor forzar el cambio al interior de la Eurozona que salirse, como si eso estuviese en la mano de los países periféricos. Nada lamentaría más que el tiempo me diera la razón.

 


Alemania: cuidado con la comparación laboral, de Rafael Poch

En este recomendable artículo de Rafael Poch se desenmascaran algunas de esas afirmaciones falaces con las que se nos induce a pensar que lo que fue “bueno” para Alemania, lo será para España. Ni las reformas laborales fueron buenas para los trabajadores alemanes; ni la última reforma española, inspirada en aquélla, lo será para nosotros.

Del artículo destaco dos afirmaciones:

Ésta sería la primera: “contra el tópico que se maneja en España, el efecto de la flexibilización laboral en Alemania no ha sido más trabajo (el volumen total de horas trabajadas en el año 2000 era de 57,7 millardos, y en 2010 fue de 57,4) sino el reparto del mismo trabajo entre más personas. Ese es uno de los secretos que la propaganda del gobierno alemán omite cuando afirma que el país tiene hoy “menos parados que nunca”: no es verdad.

Y ésta sería la segunda: “el universo alemán es diferente al español en aspectos fundamentales como su estructura económica, fuertemente industrial-exportadora, su mucho mayor gasto social (a 25 puntos de ventaja del español, que está 15 puntos por debajo de la media europea), y su muy inferior tasa de paro.

En un país con un desempleo del 7%, que incluye algunas regiones con casi pleno empleo, el despido no es una calamidad percibida poco menos que como definitiva, como puede serlo en un país con el 23% de paro, sino un mero incidente entre dos ocupaciones. Jugando con una analogía penal, se podría decir que el mismo despido que en España puede percibirse como una dura y fatal condena, en la Alemania de hoy puede no pasar de una leve y corta pena de arresto domiciliario”.

O, lo que viene a ser lo mismo, Spain sigue siendo different por poco que nos guste.

Cuando el enemigo se hace Pueblo, de Íñigo Errejón

Mi compañero y amigo Íñigo Errejón publicaba hoy en Rebelión un magnífico artículo sobre lo acontecido en Valencia analizado desde una perspectiva que gira en torno al concepto de “enemigo” de Carl Schmitt.

En su opinión, la represión contra los estudiantes valencianos y su calificación como “enemigos” constituye la expresión más evidente de la incapacidad del régimen nacido de la Transición para absorber y diluir en su seno formas de identificación colectiva que, conforme se va agravando la crisis, no sólo se recomponen sobre nuevos ejes vertebradores sino que van haciendo más amplias las fracturas al interior de la comunidad política. Tal es así que esas grietas pueden llegar al punto de configurarse como “fronteras” al interior del Estado que sitúan del otro lado y bajo la condición de “enemigo” a quienes hasta entonces eran meros ciudadanos cuyas reclamaciones nunca habían llegado a adquirir el estatus de amenaza para dicho Estado.

Por eso, “el poder político que se levante sobre la permanente y obsesiva denuncia del “enemigo interno” evidencia su falta de capacidad hegemónica, sus límites para unificar la comunidad política tras su dirección, y por ello mismo su necesidad de recurrir a altas dosis de violencia contra los gobernados. En el extremo, la existencia del “enemigo interno”, la incapacidad de los gobernantes para unificar a los gobernados integrando parcialmente sus aspiraciones y obteniendo su confianza, lleva a la “guerra civil”, que es la manifestación más nítida de un proyecto estatal fallido”.

Tan interesante como inquietante.

Idos haciendo a la idea… y preparando el bolsillo

Lo acaban de decir, así que el que avisa no es traidor, que luego todo el mundo se cabrea mucho y a la gente se le ocurre echarse al monte por cosas tan peregrinas como calefacciones en los colegios en invierno y otras veleidades burguesas:

FAES ve “muy difícil” que España pueda evitar una subida del IVA.

Adviértase que es España la que no va a poder evitarlo, y no el gobierno del PP el que ha decidido que ese es el camino a seguir para continuar hundiéndonos en la crisis; adviértase que es algo casi inevitable, como que salgan las flores en primavera; adviértase que se trata del IVA, el impuesto más regresivo de todos y que, por lo tanto, volverá a recaer en mayor medida sobre los que menos tienen; adviértase que es “muy difícil” evitar la subida del IVA pero muy fácil evitar la del impuesto de Sociedades o la recuperación del impuesto sobre el Patrimonio; y adviértase que hay unos 50 y pico mil millones de euros de reestructuración bancaria que hay que pagar y que entre todos se nota menos, compatriotas; luego ya, si queda algo, se pensarán lo de las calefacciones en las escuelas porque, total, el verano está a la vuelta de la esquina y el calorcito se puede combatir con abanicos.

Pues ya está, dicho queda. 

Los tópicos asesinos

A toda comunidad, por amplia o reducida que sea, se le atribuye casi inevitablemente una serie de tópicos más o menos extensa con la que se trata de caricaturizar, por la vía de una simplificación normalmente obscena, algún rasgo cultural o social al que se pretende atribuir carácter general. A veces esos tópicos realzan la imagen de la respectiva comunidad o grupo, atribuyéndole rasgos vinculados a valores positivos que ayudan a presentarlo como modelo a imitar; mientras que otras veces esos tópicos sirven para menospreciar y ridiculizar mediante construcciones retóricas que pueden llegar a bordear el racismo y que incluso son usados para explicar su grado relativo de retraso en el avance hacia la modernidad o para justificar las injusticias en el trato de las que puedan ser objeto.

En estos tiempos de crisis, en los que las certezas se resquebrajan al ritmo que lo hace el Estado de bienestar y en el que la reflexión sosegada es sustituida por la simplificación y la búsqueda de responsabilidades ajenas para tratar de enmascarar la propia en el avance de la barbarie, es cuando el recurso a esos tópicos se hace más socorrido. Y es que mientras que para tejer con finos hilos las redes de la solidaridad se necesita, entre otros elementos, de mucha pedagogía que permita hacernos comprender que los otros somos nosotros y que sus desgracias presentes pueden ser las nuestras futuras, para la destrucción de esas redes basta con el recurso fácil al tópico y todo lo construido con esfuerzo se desmoronará con celeridad contribuyendo, más si cabe, al derrumbe global.

Todo ello viene al hilo de dos mensajes contradictorios que me llegan casi encadenados en estos días en los que la reforma laboral que acaba con el mundo del trabajo tal y como lo conocíamos ocupa el centro de la discusión mediática; una discusión dominada por la manipulación y el retorcimiento más bruto del lenguaje, porque sería demasiado generoso hablar de argumentos para caracterizar a lo que se escucha al respecto en los medios. [Sigue leyendo →]

Miradas

En Rebelión publicaban una nota con dos fotografías. Entre las fotografías y las mujeres median 86 años de diferencia y, sin embargo, la mirada sigue siendo la misma a pesar del tiempo y el espacio.

Vedlas aquí porque lo dicen todo.

 

Más allá de la crisis, de Josep Fontana

Os recomiendo fervientemente esta conferencia del historiador Josep Fontana. Sé que puede parecer un poco larga pero todas y cada una de sus líneas son absolutamente necesarias y espero que os arrojen de cabeza a buscar y leer su última obra, “Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945” en la que acabo de enfrascarme gracias a uno de esos gestos maravillosos de mi amigo Paco P.

De la conferencia destacaría un par de ideas que nos ayudan a entender de dónde venimos y, al mismo tiempo, hacia dónde nos llevan y qué es lo que nos queda hacer para evitarlo.

Una primera se concreta en estas reveladoras líneas:

“[El progreso] no era, como se nos decía, el fruto de una regla interna de la evolución humana que implicaba que el avance del progreso fuese inevitable –la ilusión de que teníamos la historia de nuestro lado, lo que nos consolaba de cada fracaso-, sino la consecuencia de unos equilibrios de fuerzas en que las victorias alcanzadas eran menos el fruto de revoluciones triunfantes, que el resultado de pactos y concesiones obtenidos de las clases dominantes, con frecuencia a través de los sindicatos, a cambio de evitar una auténtica revolución que transformase por completo las cosas.

Para decirlo simplemente, desde la Revolución francesa hasta los años setenta del siglo pasado las clases dominantes de nuestra sociedad vivieron atemorizadas por fantasmas que perturbaban su sueño, llevándoles a temer que podían perderlo todo a manos de un enemigo revolucionario: primero fueron los jacobinos, después los carbonarios, los masones, más adelante los anarquistas y finalmente los comunistas. Eran en realidad amenazas fantasmales, que no tenían posibilidad alguna de convertirse en realidad; pero ello no impide que el miedo que despertaban fuese auténtico.

En un articulo sobre la situación actual de Italia publicado en La Vanguardia el pasado mes de octubre se podía leer: “los beneficios sociales fueron el fruto de un pacto político durante la guerra fría”. No sólo durante la guerra fría, a no ser que hablemos de una “guerra” de doscientos años, desde la revolución francesa para acá. Lo que este reconocimiento significa, por otra parte, es que ahora no tienen ya inconveniente en confesar que nos engañaron: que no se trataba de establecer un sistema que nos garantizase un futuro indefinido de mejora para todos, sino que sólo les interesaba neutralizar a los disidentes mientras eliminaban cualquier riesgo de subversión.”

La otra idea obliga a reflexionar en torno a las vías de actuación frente a lo que se nos viene encima. Y me congratula leerlo de la pluma de Fontana porque en más de una ocasión lo he expresado en términos similares en algunas charlas por muy poco revolucionario que pudiera parecer; pero es que creo que no entender esto es, en mi humilde opinión, ignorar el terreno en el que se van a dar las luchas en los próximos tiempos y el cómo hay que plantearlas si, efectivamente, se quiere avanzar hacia una sociedad socialista en el largo plazo.

“El problema inmediato al que hemos de enfrentarnos hoy no es, como algunos pensábamos hace unos años, la liquidación del capitalismo, que debe ser en todo caso un objetivo a largo plazo, porque la verdad es que no disponemos ahora de una alternativa viable que resulte aceptable para una mayoría. Y lo que no puede ser compartido con los más, por razonable que parezca, está condenado a quedar en el terreno de la utopía, que es necesaria para alimentar nuestras aspiraciones a largo plazo, pero inútil para la lucha política cotidiana.

Lo que nos corresponde resolver con urgencia es decidir si luchamos por recuperar cuanto antes un capitalismo regulado, con el estado del bienestar incluido, como se había conseguido cuando los sindicatos y los partidos de izquierda eran interlocutores eficaces en el debate sobre la política social, o nos resignamos a seguir sufriendo bajo la garra de un capitalismo depredador y salvaje como el que se nos está imponiendo. De hecho, lo que nos proponen las políticas de austeridad es simplemente que paguemos la factura de los costes de consolidar el sistema en su situación actual, renunciando a una gran parte de las conquistas que se consiguieron en dos siglos de luchas sociales.”


Europa e Irán en Russia Today

Pues sí, lamentablemente, las urgencias del día a día se imponen a la importancia de los proyectos de largo recorrido, que es como yo veo este cuaderno. La conclusión de un librito sobre la crisis; el final del cuatrimestre académico; tareas administrativas diversas en esta querida burocracia administrativa universitaria que te tiene todo el día rellenando papeles o aplicaciones informáticas para evitar que te dediques a mejorar las clases, pensar, investigar o escribir; charlas por aquí y por allá; y algún momento para la vida personal, que también es necesario, me han impedido mantener el ritmo deseado de escritura. A ver si ahora lo consigo.

Mientras tanto os dejo las dos últimas entrevistas para Russia Today: una sobre la crisis en Europa (¡qué raro!) que podéis ver pinchando aquí y otra sobre la tensión sobre Irán.

 


Alberto Montero