La otra economía » 2008 » May

Notas archivadas en ''

La Europa que me da asco

La Europa que me da asco es la Europa que están construyendo a nuestras espaldas o, peor aún, con nuestro silencio cómplice: la Europa de los derechos en constante retroceso; la que vacía de contenido, día a día, aquello de “libertad, igualdad y fraternidad”; la que respalda de manera vergonzosa invasiones militares allí donde haya recursos naturales que expoliar; pero, sobre todo, la que ve en todo inmigrante a un maleante.

Lo cuenta muy claro, como siempre, Javier Ortiz en este artículo titulado “Una subespecie de usar y tirar”. [Sigue leyendo →]

La privatización de la guerra

Me ha parecido muy interesante esta entrevista a Jeremy Scahill autor del libro Blackwater. El auge del ejército mercenario más poderosos del mundo (Ed. Paidós, 2008) que publica hoy La Vanguardia.

No es que aporte nada nuevo a quienes siguen con un mínimo de atención tanto la deriva de los Estados Unidos hacia un estado secuestrado por las grandes corporaciones como las barbaridades que están cometiéndose en Irak. Pero, para quienes estén menos al tanto, creo que expone de forma muy clara cómo hasta la guerra puede privatizarse y cómo Irak se ha convertido en el laboratorio perfecto para la experimentación de nuevas formas de desarticulación de las funciones tradicionales del Estado. Y es que, si entre las pocas funciones que los neoliberales seguían atribuyendo al Estado, al margen del mantenimiento del valor interno de la moneda, se encontraba el ejercicio del monopolio de los medios de violencia, los neocons ya han superado, con creces, esa limitación hacia la mercantilización absoluta.

Habrá que echarle un vistazo al libro. [Sigue leyendo →]

Adivina, adivinanza

A ver si alguien es capaz de adivinar qué es esta foto y qué representan los puntos rojos sobre la misma.

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Para encontrar la solución… [Sigue leyendo →]

El que avisa no es traidor

Solbes se despachaba ayer con unas declaraciones que, si bien a primera vista pudieran parecer sorprendentes, sin embargo no lo son tanto para quienes venimos siguiendo su trayectoria con una mínima atención.

Así, Solbes declaraba que se muestra “contrario a impedir artificialmente el necesario ajuste sobre la construcción”. Esto viene a significar, en román paladino, que piensa dejar que el peso de la crisis inmobiliaria recaiga sobre las economías familiares y, salvo los compromisos electorales –tipo devolución de los 400 euros en el IRPF- que Zapatero hizo en campaña y a los que no le ha quedado más remedio que plegarse, no piensa hacer nada por amortiguar su impacto sobre las mismas.

Evidentemente, se permite decir eso porque el ajuste, de momento, no lo están sufriendo los bancos que, según los últimos resultados, ganaron en 2007 casi un 20% más que el año anterior lo que debería constituir, junto a las reservas acumuladas, un buen colchón para enfrentar la crisis.

Pero, de todas formas, si la crisis inmobiliaria acaba transcendiendo el ámbito de las economías familiares, endeudadas muy por encima de sus posibilidades, y llegara al sector bancario, como parece que va acabar ocurriendo dado el ritmo al que crece la morosidad bancaria, ya veríamos cómo las declaraciones eran otras y las intervenciones “artificiales” sobre el mercado, que ahora repudia, se convertían en algo de los más natural como lo están siendo, por ejemplo, en los Estados Unidos

En todo caso y, aunque suene crudo, el ministro de Economía está siendo radicalmente consecuente consigo mismo y con su concepción neoliberal de la economía.

Es más, si algo no puede reprochársele a Solbes es falta de coherencia en el tiempo en sus posiciones porque, para quienes no lo recuerden, me permito recomendarles este artículo que yo mismo escribía hace ahora casi un año y medio (¡cómo pasa el tiempo!). En el mismo comentaba cómo Solbes ya anticipaba cuál iba a ser su posición en el caso de producirse la crisis inmobiliaria que por aquel entonces, aunque intuida, aún no era manifiesta y él, como siempre, se negaba a aceptar.

Solbes hablaba entonces del elevado umbral de dolor que tenían las familias españolas, capaces de soportar estoicamente y sin rechistar las subidas de tipos de interés del Banco Central Europeo. Si entonces pensaba eso es lógico que ahora, que la crisis ha llegado, siga pensando que las familias españolas son capaces de soportarlo todo.

Así que me reitero en lo avisado entonces: “prepárense a sufrir, Solbes dixit”.

Oídos sordos

Acabo de leer los resultados de un par de encuestas de Gallup acerca de la percepción de los estadounidenses del estado de la distribución de la renta en su país y de su valoración del grado de equidad de su sistema impositivo.

Pues bien, a la pregunta de si creen que la actual distribución de la renta y la riqueza en el país les parece justa o si, por el contrario, debería ser distribuida de una manera más equitativa entre la población, tan sólo a un 27% le parece justa mientras que un 68% piensa que debería redistribuirse más equitativamente.

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Pero, además, el 66% de los estadounidenses piensa que las personas más ricas pagan demasiados pocos impuestos, mientras que el 71% opinan lo mismo de los impuestos pagados por las empresas. 

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Dicho lo cual, y al hilo de lo que escribía ayer, ¿en una democracia el gobierno no debería atender esa opinión? Pues se ve que no. O, al menos, no en aquella que es considerada como la democracia por antonomasia. Así que parece que tienen más suerte con su gobierno los indios, ¿no?

Lecciones desde la India

“Acertadamente o no, la gente percibe que la compraventa de contratos de futuros en los alimentos es especulativa y lleva a un aumento de los precios. En una democracia tienes que atender esa opinión”. Estas son las sorprendentes y atinadas palabras del ministro de Finanzas de la India, el país con mayor porcentaje de población pobre del mundo y en donde se está pensando en excluir los alimentos de la negociación en los mercados de futuros.

De entrada, sorprenden porque si esa es la percepción que la población india tiene del problema de la subida de los precios de los alimentos y si esa es la propuesta de solución que plantean, su nivel de conocimiento de las causas de la inflación contemporánea es más que envidiable. De hecho, es equiparable a la que tiene Jean Ziegler, el saliente Relator Especial de las Naciones Unidas para la Alimentación, quien estimaba que la especulación financiera es responsable del 30% de la explosión de los precios de los alimentos.

Y es que no andan muy descaminados los indios porque la entrada del capital financiero especulativo en los mercados de materias primas acontecida en los últimos años y agravada en los meses recientes ha contribuido de forma decisiva al alza de los precios de los alimentos. Así, según la FAO, en el último año el trigo se ha encarecido un 130%, el arroz un 74%, la soja un 87% y el maíz un 53%.

Es más, en el mercado de materias primas de Chicago, el número de contratos ha aumentado un 20% desde principios de año y, actualmente, se negocian más de un millón de contratos diarios. Por ofrecer otro dato que refuerce el argumento: en torno al 50-60% de la producción de trigo comercializada en los mercados de materias primas está controlada por fondos de inversión especulativos.

En este sentido, el aumento de la inversión financiera especulativa no sólo está dando lugar a una mayor volatilidad de los precios sino que, además, en un contexto de demanda de alimentos al alza y limitaciones en la producción, se traduce en subidas continuadas de los mismos que, como siempre, padecerán quienes poseen menos recursos. 

En cualquier caso, lo que más me sorprende de esa declaración es el reconocimiento del ministro de Finanzas indio de que en una democracia el pueblo no habla tan sólo una vez cada cierto tiempo, cuando deposita su voto en las urnas, sino que tiene derecho a hablar en todo momento y los gobernantes tienen la obligación de escucharlo y obrar en consecuencia.

A ese concepto de la democracia me gustaría que se acercaran quienes gobiernan nuestro país cuando la población clama porque deje de tratarse la vivienda como una mercancía, masivamente adquirida con fines especulativos, y se trate, al menos, como lo que reconoce nuestra Constitución. Esto es, como un derecho fundamental. ¿Será tan difícil? Me temo que sí.

El “caso Taguas” y la mujer del César

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Cuenta Plutarco en sus “Vidas paralelas” que un patricio romano, Publio Clodio Pulcro, se enamoró de Pompeya, mujer de Julio César. Era tal su enamoramiento que se disfrazó de mujer para poder entrar a la casa de Julio César y visitarla, pero fue descubierto y juzgado, aunque logró escapar a la condena sobornando al jurado.

Por su parte, y seguro de la fidelidad de Pompeya, Julio César le recriminó a ésta que no bastaba con que la mujer del César fuera honesta, también tenía que parecerlo.

Lo anterior viene al caso al hilo del reciente fichaje de David Taguas, quien fue hasta finales de la anterior legislatura director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, como presidente de SEOPAN, la asociación a la que pertenecen las 33 principales empresas constructoras españolas. [Sigue leyendo →]

Pues eso, que felicidades… o no. No sé

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Alberto Montero