La otra economía » 2008 » February

Notas archivadas en ''

Adiós a Caracas

Escribo esto en algún lugar sobre el Atlántico atravesando una noche oscura y sin luna. Atrás ha quedado ya Caracas y, como siempre, se me ha hecho difícil abandonarla.

Los pensamientos y sentimientos bajando hacia Maiquetía han sido similares a los de otras veces, marcados por la angustia propia de quien se aleja de un lugar querido sin tener certeza de cuándo retornará.

Al olvido ya han pasado las jornadas de trabajo agotadoras, las reuniones interminables, la falta de sueño, la desesperación cuando ves que, con casi todo a favor, se hace tanto tan mal.

Ahora sólo queda el recuerdo melancólico de los amigos que dejo atrás, los de siempre y los nuevos, los mismos de los que acababa de despedirme prometiéndoles un pronto regreso; el sabor del ron de madrugada cuando, agotados, tratábamos de encontrar en el alcohol un cierto orden a tanto surrealismo; el frenesí de la vida que mora en sus sucias calles siempre atronadas por ritmos caribeños; la triste belleza de los ranchitos y sus luces titilantes cuando cae la noche y todo lo envuelve el canto en código morse de unos grillos que nunca he visto; o las risas durante las cenas, en alguno de mis restaurantes favoritos, bromeando sobre el documental que podría hacerse con esta cuerda de locos intensos que andamos de un lado a otro de este océano partiéndonos la vida.

Sí, atrás quedó Macondo. Y lo único que deseo en estos momentos es que aquello que cantaba Chavela Vargas con voz desgarrada y triste sea cierto y uno siga volviendo siempre a los viejos sitios en que amó a la vida.

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Frases para el recuerdo (1)

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Finalmente ocurrió lo que preveía que iba a suceder y el ritmo de trabajo en Macondo se impuso sobre mi capacidad para poder alimentar esta página.

Sin embargo, hoy no me he podido resistir a sacar unos minutos para escribir unas líneas en ella. La razón es doble. En primer lugar, disculparme por esta ausencia y advertir de que sigo vivo. Y, en segundo lugar, porque creo que la ocasión realmente lo merecía.

Resulta que el banquero más poderoso de España, Emilio Botín, dio ayer una rueda de prensa para anunciar que su banco había ganado en 2007 algo más de 9.000 millones de euros. En ese baño de autocomplacencia se encontraba cuando alguien le preguntó sobre sus preferencias políticas de cara a las próximas elecciones generales y el banquero lanzó una de esas frases dignas de pasar a la antología de la estulticia: “No soy el más indicado para decir lo que me gusta o no”.

Y digo yo, si no lo es él, quién carajo lo será. ¿La Virgen del Pilar, tal vez?

Cumpleaños en Macondo

Cada viaje a Venezuela me confirma más en mi tesis de que Macondo existe y no se encuentra lejos.

Aquí todo puede pasar y, como sus habitantes dicen, lo único seguro es que quién sabe.

Frente a esa filosofía vital sobran las palabras. Basta con dejarse tropicalizar; abandonar en Maiquetía, nada más pisar tierra, toda nuestra racionalidad cartesiana de europeos encorsetados y dejarse envolver por la magia que, para aquellos que tengan duda, también existe.

Hoy, al igual que hace cuatro años, celebro mi nacimiento aquí, en Macondo, la tierra donde todo puede pasar. Por eso he decidido regalarme algo mágico: un recuerdo.

Es el recuerdo de una noche de agosto de hace cuatro años, en el Paseo de los Próceres; de una luna llena en el cielo que invitaba a pasear por su lado oscuro; del sabor de la guarapita de piña y de las risas compartidas con el compañero Antonio y nuestra querida amiga Katu.

Es el recuerdo de alegría en el aire y complicidad en las miradas. El recuerdo de Silvio Rodríguez en el escenario tocando mi tema favorito, “Te doy una canción”, mientras miles de personas lo acompañábamos tarareando.

Pero, sobre todo, es el recuerdo de un momento mágico, de esos que la vida te regala en contadas ocasiones y en los que todo se conjuga para que salte lo inexplicable. En este caso, la magia vino de la mano de un hombre que llenó de poesía la noche y nos heló la sangre a todos. Con ella os dejo.

(Lamento la calidad de la imagen pero Macondo también tiene esas cosas).

 

Alberto Montero